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Relatoría del Panel


 “Las políticas públicas a favor de la familia: Desafío para el Estado”

Juan Carlos Ribadeneira

Contenido general de las exposiciones

Monseñor Julio Parrilla: “Desafíos de la Familiaris Consortio para el Ecuador actual”

Lo más destacado de su intervención fue el recoger una serie de desafíos tanto para la familia como para la evangelización, desde el contexto de dificultades que asedian hoy a la comunidad familiar y sus valores. Tales desafíos fueron recuperados desde dos líneas de análisis: el socio cultural y el intra- familiar. Ante los mismos, supo precisar desde un inicio, que la Iglesia junto a las familias, sus asociaciones y movimientos, deben sentirse retados por estos desafíos en la dimensión misionera y pastoral.

Desafíos en el ámbito socio cultural:

  • Gradual desaparición de los valores familiares y sustitución de los mismos por otros más propios de la globalización, lo que induce una serie de fragilidades en la cultura familiar latinoamericana.
  • La “nueva cultura” ya no considera a la familia como ese ámbito de personalización y de saber vivir que nos es esencial.
  • Los jóvenes viven con mayor dramatismo el impacto de esta desvalorización, provocada por la confusión ética, la inestabilidad existencial y la fragmentación del dinamismo de personalización en ellos.
  • Los jóvenes socializan hoy de modos nuevos; el ocio para ellos, conforma una cultura abigarrada: “son señores de la noche”.
  • Esta crisis, donde “se combate todo lo que pretende ser estable”, ya fue presentida por la Iglesia desde el Concilio Vaticano II… pero no atendimos sus signos con profundidad.

Un principio de respuesta ante esta línea de desafíos, consiste en recuperar la hondura en la experiencia de la fe, para que nuestra resistencia y reclamo, tengan credibilidad y sepan proponer un humanismo cristiano con sustento.

Desafíos en el ámbito personal interno:

  • Coexisten en la realidad, diversos “tipo” de familias… lo que abona en detrimento de la legitimidad de la unidad  familiar promovida por la fe y el magisterio.
  • Las familias y sus miembros, deben elevar a nivel testimonial público, el valor de la resistencia y presencia cristiana que les identifica.
  • El individuo siente la crisis del modelo familiar cristiano, sobre todo en la pérdida de unidad y sentido en la constitución de la persona.
  • El cristiano debe apoyarse en las promesas evangélicas: la llamada a la unidad íntima y superior que Cristo otorga como fuerza primera que nos permite conservar lo mejor de la humanización, tal cual la deseó Dios.

 

Tareas pastorales y catequéticas urgentes:

  • Consolidar el hogar.
  • Cuidar unos de otros.
  • Sanar las heridas que provoca toda convivencia.
  • Ejercer la participación y la co-responsabilidad.
  • Interiorizar con la formación y la oración, en esas familia que Dios desea.
  • Promover éticas que resguarden el modo humano de vivir.

Desafíos socio políticos:

  • ¿Qué valores debemos anunciar?
  • ¿Qué cultura debemos proponer?
  • ¿Cuál es el camino de diálogo familia-cultura?
  • ¿Cómo controlar y fiscalizar el poder y sus actos en desmedro de la familia?
  • ¿Cómo desarrollar posturas activas y bien fundamentadas frente a las nuevas legislaciones?
  • ¿Qué tipo de movimiento y de participación social nos corresponde impulsar como familias católicas?

Doctor Gustavo Noboa: “La familia como eje transversal en la formación integral de la persona”

 

Su participación se sustentó en un fuerte llamado al derecho que tienen los padres católicos de educar y formar a sus hijos en la fe recibida. El Concilio Vaticano II fue elocuente en el rol protagónico que tanto los laicos como las familias deben adquirir en el seno de la sociedad y la Iglesia. Los padres de familia son los primeros educadores de sus hijos, en fe y humanidad. Sólo en una familia que asume tal reto, la educación integral será el encuentro entre razón, fe y amor… Donde el amor, es lo que da unidad a todo lo demás. “Educar es cosa del corazón”.

La educación de los hijos en la familia, es una obra de apostolado. Por tanto, la labor educativa de los padres debe a su vez recibir instrucción de la fe, la esperanza y el amor cristianos.

Los padres deben seriamente tratar el rol de los medios de comunicación en la deformación del proceso educativo. ¿Cómo educar en valores cuando la fuente de emisión de los anti valores cristianos, está a un click de nuestra mano?

Hay que recuperar el sentido de la perseverancia, la valentía y la caridad, para defender los valores en los que se funda la misión educativa de los padres. La Iglesia militante debe reconducir con fuerza los valores de la familia, educándola en las riquezas de su patrimonio doctrinal… si no lo hace, pasará a ser una “Iglesia durmiente”. La familia debe ser motivo común de preocupación de los planes catequéticos, pastorales, misionales, de evangelización…

Las instituciones educativas católicas, deben incorporar claramente en sus currículos, contenidos propios a los derechos y valores fundamentales de la familia… Se debe hacer un acuerdo al interno de los católicos para defender y reconstruir la cultura de la vida que subyace a la realidad familiar.

Hay varios temas que nos pueden orientar en este compromiso:

  • Recuperación del valor de la maternidad.
  • Familias con un proyecto de vida.
  • Ganar la batalla del lenguaje.
  • Ganar espacios públicos para visibilizar los valores familiares.
  • Promover la participación y asociación de familias.
  • Promover la formación de los laicos y ampliar la formación de los matrimonios.
  • Uno más uno es dos… uno más Dios, es infinito.
  • Crecer en la fe de nuestra misión.
  • Superar varias rupturas: Sexualidad vs. Procreación; sexualidad vs. Matrimonio; sexualidad vs. Amor, sexualidad vs. Naturaleza.

¡Esta es la hora de las familias¡

Doctor Juan Carlos Riofrío: “Los derechos de la familia”

La mejor visión para vivir los derechos de la familia, la propone un santo: “hay que esperar de la gracia sobrenatural, como si no existiesen medios naturales… y hay que poner los medios naturales, como si no existiese la gracia sobrenatural”. Los mayores dolores vienen de las penas y pérdidas familiares… hay, en el seno de toda familia, una vocación a la supremacía del amor, como cualidad absoluta que define la naturaleza de sus vínculos internos.
¿Cuál podría ser el eje que nos permita en el plano jurídico-político recuperar la importancia definitiva que tiene la familia? ¿Es posible recuperar el modelo de familia inspirado en la tradición cristiana y el magisterio?

Los ataques a la familia, no son nuevos en la historia. Todos esos ataques coincidían en algo: la destrucción del valor de la sexualidad conyugal, como punto de partida para la desvalorización de la familia. En este sentido, la Familiaris Consortio nos brinda los fundamentos teológicos y antropológicos para sustentar la verdad acerca de la sexualidad humana.

Lo que está en debate en la sociedad actual, es la legitimidad humana y por ende, la “legalidad” del matrimonio canónico… De allí se desprende todo lo demás: si los hijos son en sí mismos un bien, si el trabajo de la mujer que se dedica al hogar y a la formación de la prole es deseable y defendible, etc.

Debemos encontrar, entre el amplio mundo de la familia y sus conflictos con la cultura y la legalidad vigente, uno o dos temas paradigmáticos que nos permitan dar batalla con el mayor número posible de recursos. Este tema podría ser el de la ruptura entre la sexualidad vivida bajo la visión cristiana de la unión conyugal y esas “formas” de sexualidad que contradicen la finalidad procreativa del matrimonio.

Profundizar en un estatuto jurídico que fundamente como derecho la legítima opción por la sexualidad inscrita en el sacramento matrimonial, nos permitiría “pelear” otros temas anexos que tienen de por sí enorme gravitación pública: el aborto y la estructura legal que pretende imponerlo, el rechazo a la pornografía de cualquier índole, la denuncia del uso que se hace de la corporalidad en las estrategias de mercadeo, etc.

Para ello, junto con el avance de la discusión en el plano jurídico, se debe fomentar la adecuada formación de los matrimonios, la asesoría legal para la defensa de sus derechos y una continua observación científica de las realidades familiares. A esto deberemos sumar otras acciones. Posibles:

  • Una unidad de esfuerzos intra eclesiales para sostener coordinadamente la preocupación tan honda que la Iglesia tiene sobre la familia.
  • Concertar esfuerzos entre los movimientos de familias, las asociaciones familiares, los movimientos pro vida para buscar líneas de defensa legal de sus derechos.
  • Superar el amateurismo y profesionalizar a los agentes que trabajan en pro de la familia.
Dar testimonio público de los valores y las ventajas que reúnen las familias bien constituidas de cara a su misión de formar a la persona humana.
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