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HALLOWEEN
UNA MIRADA OPTIMISTA

Por la extensión del artículo, ofrecemos en primera instancia una versión resumida, y luego, por si el visitante desea profundizar, el artículo completo.

Halloween es una fiesta polar: por una lado están los que aseveran que es el momento en que los grupos satánicos y adoradores del diablo ejercitan la mayor parte de sus ritos, y por otro están los que recuerdan que su mismo nombre, derivado de "All Hallows' Eve", la víspera de Todos los Santos, es de origen cristiano. La verdad es que la historia y las prácticas y vivencias actuales dan para diversísimas interpretaciones, todas las cuales muestran que esta fiesta no deja indiferente, con la posible excepción de ese tipo de personas que aceptan todo lo que "se da" como si fuera un pastel de chocolate, acrítica y simplonamente.

Es en todo sentido una fiesta diferente, que si estuviéramos forzados a comparar diríamos que se parece al carnaval más que a ninguna otra fiesta del año. Sin embargo, aún el Carnaval mantiene una relativa "cordura", frente a las figuras monstruosas que desfilan por las calles en la noche de brujas-en especial cuando la mayor parte de esos esperpentos esconden debajo a un inocente niño.  ¿Cuál es el origen de esta fiesta, y cuál debería ser nuestra posición respecto a ella? Esta pregunta es importante única y exclusivamente si queremos comprender un poco el mundo que nos rodea por todos lados y si nos preocupa en absoluto tener una posición frente a las cosas. Para los que no-no les critico-siempre cabrá la posición vital del mencionado pastel de cocoa.

Pero si esta fiesta es de origen cristiano, ¿de donde vienen tantos diablos, brujas, y figuras infernales de esta noche? Y si no es de origen cristiano, ¿por qué su nombre y su curiosa aceptación en gran parte del mundo occidental, que era mayormente cristiano hasta hace poco tiempo? La respuesta es tan curiosa como la pregunta: esta fiesta nació en el mundo cristiano medieval, mantuvo cierto fondo pagano de los celtas recientemente cristianizados, tomó forma en la Francia del siglo XVI, algunos elementos de la Inglaterra de los Estuardo y luego desapareció en todo el mundo excepto en Estados Unidos, desde donde volvió a lanzarse a la conquista de la cultura popular contemporánea.

¿Entonces qué hacer, como reaccionar ante el Halloween? Mi respuesta es la misma que han venido repitiendo tantas personas cristianas y no cristianas, tantos intelectuales, pontífices y sabios respecto a la pérdida del sentido que atraviesa la Navidad en nuestros tiempos: ¡recuperemos el sentido cristiano de esta celebración! No es una respuesta nueva ni original, y como se puede ver es en realidad una respuesta que tiene mucho de sentido común. Si existe una celebración que en su origen es buena, que durante mucho tiempo se celebró de forma buena y sobre la que todavía se puede concebir una perspectiva buena; ¡por qué no hacerla buena!

La postura que podemos tomar-si nos da la gana y somos lo suficientemente optimistas-es coger el Halloween y hacer de él una herramienta única para evangelizar y culturizar. Desde dentro la podemos cambiar en una fiesta que refleje humanamente nuestro amor a Dios y en especial su Santidad, y la de tantos hombres que festejamos el día de Todos los Santos. De esta forma aplaudiremos que tantos niños lo festejen, que cada día más personas alrededor del mundo lo conozcan y que tenga tanta popularidad hoy en día; porque así, si sabemos meter la levadura cristiana dentro de esta celebración, podrá ser una fiesta Cristiana y Divina de dimensiones universales.


Artículo completo

Halloween es una fiesta polar: por una lado están los que aseveran que es el momento en que los grupos satánicos y adoradores del diablo ejercitan la mayor parte de sus ritos, y por otro están los que recuerdan que su mismo nombre, derivado de "All Hallows' Eve", la víspera de Todos los Santos, es de origen cristiano. La verdad es que la historia y las prácticas y vivencias actuales dan para diversísimas interpretaciones, todas las cuales muestran que esta fiesta no deja indiferente, con la posible excepción de ese tipo de personas que aceptan todo lo que "se da" como si fuera un pastel de chocolate, acrítica y simplonamente.

En cualquier caso, para cualquiera que se haya puesto por un momento a pensar sobre esta fiesta, está claro que la misma es, por decir lo menos, desconcertante. Una fiesta de origen anglosajón, que se ha insertado de manera rápida y cómoda en grandes sectores del mundo hispano, europeo e inclusive, mundial. Una celebración que parece no tener ningún origen religioso, pero que se celebra el día anterior a la fiesta de Todos los Santos y dos días antes de la fiesta de los Fieles Difuntos. Y finalmente, y si solo por ahí comenzamos-una noche donde todos los chicos y menos chicos se visten de monstruos y todas las formas imaginables de figuras terroríficas y van a pedir dulces de casa en casa, ofreciendo una amable amenaza de jugarreta, a veces no tan inocente, en el caso de no recibir su dulce "paga".

Es en todo sentido una fiesta diferente, que si estuviéramos forzados a comparar diríamos que se parece al carnaval más que a ninguna otra fiesta del año. Sin embargo, aún el Carnaval mantiene una relativa "cordura", frente a las figuras monstruosas que desfilan por las calles en la noche de brujas-en especial cuando la mayor parte de esos esperpentos esconden debajo a un inocente niño.  ¿Cuál es el origen de esta fiesta, y cuál debería ser nuestra posición respecto a ella? Esta pregunta es importante única y exclusivamente si queremos comprender un poco el mundo que nos rodea por todos lados y si nos preocupa en absoluto tener una posición frente a las cosas. Para los que no-no les critico-siempre cabrá la posición vital del mencionado pastel de cocoa.

Ahora bien, si esta fiesta es de origen cristiano, ¿de donde vienen tantos diablos, brujas, y figuras infernales de esta noche? Y si no es de origen cristiano, ¿por qué su nombre y su curiosa aceptación en gran parte del mundo occidental, que era mayormente cristiano hasta hace poco tiempo? La respuesta es tan curiosa como la pregunta: esta fiesta nació en el mundo cristiano medieval, mantuvo cierto fondo pagano de los celtas recientemente cristianizados, tomó forma en la Francia del siglo XVI, algunos elementos de la Inglaterra de los Estuardo y luego desapareció en todo el mundo excepto en Estados Unidos, desde donde volvió a lanzarse a la conquista de la cultura popular contemporánea. ¿Cómo llegó a suceder esto? Ya lo veremos.

Volviendo al lejano pasado, nos encontramos con el establecimiento de una fecha para conmemorar a todos los mártires, apenas trescientos años después de Cristo. Tiempo después, vemos la instauración de la fiesta de Todos los Santos el primero de noviembre, por el Papa Gregorio III en el siglo VIII; Gregorio IV extiende esta misa para la Iglesia universal un siglo más tarde. Este es el comienzo verdadero del relato y creemos que es también-ya lo veremos más adelante-donde debe terminar. En el año 998, el monje San Odilón establece en el día posterior al día de Todos los Santos, el día de los Fieles difuntos, para rezar por las almas que todavía no han llegado al cielo y purgan sus pecados. Como abad del monasterio de Cluny, dictamina que ese día todos los monjes rezaran por las ánimas del purgatorio. Esta fecha especial, que el mismo santo llamaba Fiesta de los Difuntos, pronto alcanza popularidad en Europa y finalmente, alrededor del siglo XII, se la establece como fiesta universal. Como veremos después, la fiesta de los difuntos tiene también su importancia en esta historia.

En las profundidades de la Edad Media, también se van evangelizando progresivamente los paganos-y francamente salvajes-pueblos del norte de Europa; pero en algunos casos la cristianización no es total y permanecen algunos antiguos rezagos, en especial en las supersticiones y miedos atávicos que poco a poco el Cristianismo va iluminando. Es en esos tiempos donde la Víspera de la Fiesta de Todos los Santos se mezcla con ciertas creencias celtas de un día en el que las almas de los difuntos, en su camino a la reencarnación vuelven al mundo de los vivientes a reclamar algo a sus antiguos dueños. De esta forma, esta fecha tenebrosa celta, que se ubicaba alrededor del equinoccio de otoño, contaminó en cierta medida la tradición de esta víspera, en la mentalidad de algunos pueblos célticos. Podemos decir que este capítulo, aunque interesante, es en realidad el menos importante, como podremos ver.

La verdad es que la oscurantista tradición celta no pervivió en un ambiente profundamente piadoso y para el esplendor de la Edad Media había desaparecido por completo. Su nueva fase comienza en gran medida debido a la fiesta de Todos los Santos y no tiene ninguna influencia de su tradición nórdica-pagana. Es a finales de la Edad Media, con la Peste Negra, que asoló a Europa, llevándose consigo a un tercio de la población del continente, cuando aparece, podemos decir, una nueva tradición cultural, desligada de su pasado. Entonces la presencia de la muerte se hizo muy fuerte en el Viejo Continente, y el espíritu esencialmente cristiano redobló su importancia y las oraciones por los muertos el día de los Fieles Difuntos. Entonces, el populacho francés, en su espíritu burlesco comenzó a pintar, la noche anterior a la fiesta de Todos los Santos, en los muros de los cementerios, "cortejos" fúnebres en los que se dibujaba al diablo dirigiendo a multitudes de difuntos hacia sus tumbas-un tema muy manido en la época, muy similar al que se puede ver un poco más tarde en obras de arte tan majestuosas como "El triunfo de la Muerte" del pincel del holandés Pieter Bruegel. Era un momento cultural algo obsesionado por una muerte omnipresente, pero no esencialmente anti-cristiano, ni de ninguna forma "diabólico".

Esta tradición, que luego llevó a que muchos se disfrazasen en esa noche con personajes diablescos, finalmente se perdió por completo en Francia, pero logró introducirse en la cultura Inglesa de la época-de fuerte impronta francesa-y se mantuvo allí por algunos siglos. Es alrededor del siglo XVII cuando se introduce el último elemento de esta noche-el pedido de dulces bajo la amenaza de una jugarreta, que en inglés tiene el melódico e intraducible nombre de "Trick or Treat". Posterior a la ruptura de Enrique VIII con Roma y la creación de la Iglesia Anglicana, se desató una fuerte persecución a los católicos, y en ese ambiente, muchos protestantes utilizaban la noche de la Víspera de Todos los Santos, en la que muchos salían disfrazados a las calles, para, utilizando una máscara y cubriendo su identidad, pedir un "pago" a los católicos a cambio de que no les hicieran algún daño relativo. Así nació la costumbre de dar dulces o dinero en esa noche para salvaguardar los propios bienes.

Esta costumbre, en esencia anglicana, pronto perdió su fondo anti-católico y fue asimilado por una de las culturas más católicas que caben-la irlandesa. De esta forma el Halloween, con sus disfraces y exigencia de dulces no se insertó en los Estados Unidos con los "Pilgrims" puritanos o los ingleses anglicanos, sino mucho más tarde en la historia de ese país, con las migraciones de los católicos irlandeses en el siglo XIX. Es decir, que no preservó ningún rezago de odio o abuso a la Iglesia y fue plenamente aceptado por una cultura orgullosamente "romana".

El último capítulo lo conocemos todos, y es la "exportación" de esa tradición, de los Estados Unidos, mediante los medios de comunicación, los migrantes y la enorme influencia cultural de la Potencia Americana a todo el resto del mundo. De esta forma se pueden ver hoy en día chicos festejando Halloween en países tan lejanos y disímiles como la China, Brasil o España. No quedaría completa esta historia sin la hermenéutica actual que maneja la historiografía alrededor del Halloween. Esta se a dedicado a afirmar, más o menos fuertemente, que el Halloween es en esencia una fiesta pagana, celta, que ha venido trasmitiéndose (nadie explica cómo) desde los pueblos celtas pre-cristianos de alrededor del siglo V hasta nuestros días. Por eso, dicen algunos, muchos grupos satánicos toman este día como su día especial, y en él realizan algunos ritos "festivos". Finalmente debemos decir que el marketing ha tomado una posición indiferente y aséptica, sin mucha interpretación histórica o hermenéutica y ha aprovechado la ocasión para crear una nueva fecha de venta de todo tipo de productos y servicios con el tema de la "noche de brujas".

Ahora llega finalmente el momento de tomar una posición frente a esta festividad, que como vemos no es solo anglo-sajona, sino también muy católica, tanto en su vertiente francesa como irlandesa, y que tiene ahora más de comercial que de nada profundo; pero que nos interpela de manera tan curiosa hoy en día. Está claro que estamos ahora mejor dotados para hacer un juicio.

En primer lugar debemos decir que los "miedos" de ciertos ambientes culturalistas o folclóricos del resto del mundo frente a esta "invasión" yanqui, en muchos casos está más ligada a un discurso anti-estadounidense que nada más. En este sentido parece que no es lo suficientemente relevante para tomarlo en cuenta. Nuestro mundo actual está tan conectado y culturalmente relacionado que el aislacionismo cultural es no solo irracional sino en la práctica imposible de lograr. Esto se ve claramente en el hecho de que no importa cuantos "intelectuales" hablen en contra del Halloween, en realidad cada año más y más personas-en especial niños-lo festejan con gusto.

Esto se puede tomar desde la perspectiva de la "erosión de la cultura y tradición propia" o desde una perspectiva de que a más cultura, más riqueza. Además, el hecho de que se acepte una fiesta extranjera no significa que se rechace la propia cultura-esta es una visión de suma cero, que no tiene ningún fundamento en la realidad. El que muchos niños celebren Halloween en sus países y que además estos niños tengan un conocimiento casi nulo de su propia cultura, no significa que el Halloween produce ese desconocimiento: esto es falla de los padres y de la educación y sería muy cómodo culparlo a una noche de disfraces disparatados.

Esto, además de ser una concesión a la comodidad, es una falla antropológica: la persona humana no tiene un cierto "sueldo" cultural que puede gastar solo en esto o en aquello; como ser ilimitado, la persona puede producir manifestaciones culturales de manera ilimitada y por tanto puede "gastar" tanto como le venga en gana. Cómo vemos en la práctica, en ciertos países con una fuerte tradición cultural como México-vecinos de los Estados Unidos-existen ambientes que celebran el Halloween y ambientes que celebran, dos días más tarde, el Día de los Difuntos, y más bien que anular el Halloween a la fiesta del dos de septiembre, parece más bien que pocos países en el mundo celebran a sus fieles difuntos de forma tan apasionada como el pueblo Mexicano.

Por otro lado existe el temor a lo satánico. Ante esto podemos decir que aunque los satánicos-que no creemos que pasen de ser una minoría ínfima-y los gestores de la cultura, en muchos casos de trasfondo ideológico anti-cristiano y anti-católico, se llenen la boca diciendo que esta fiesta es de origen celta y pagano, la verdad es que el Halloween tiene tanto de celta como la Navidad de comunista. Más aún, todas las formas de celebración de esta fiesta nacieron en una Francia católica o en una Inglaterra cristiana;  su deriva anti-católica inglesa fue olvidada hace siglos y anulada por el fervor irlandés en festejar esta fiesta, que si se puede decir que pertenece a algún pueblo además del estadounidense, tendríamos que decir que pertenece a los veneradores de San Patricio.

Finalmente cabe la objeción anti-consumista, que es a mi manera de ver, la que tal vez tiene más fundamento. Está claro que en la actualidad esta fiesta no significa para la gran mayoría de los que la celebran una fiesta cristiana ni de ninguna otra tradición cultural. Es para muchos un momento de gastar y comprar muchísimas cosas de las que no tenemos necesidad. Y para una familia de recursos moderados o bajos una "ocasión" más de gastos innecesarios puede ser muy poco bienvenida. En este sentido pensamos que las críticas a esta fiesta tienen una relación enormemente fuerte con las que se hacen a fiestas tan importantes para los cristianos como es la Navidad, tan burdamente mercantilizada y desnaturalizada en nuestro tiempo. En este sentido pensamos que la celebración del Halloween, tal como se lo concibe ahora, como un tiempo de gastos superfluos, es contraria al espíritu cristiano y de solidaridad con los más pobres y con el planeta, de lo que tanto nos habla el Papa Francisco.

Aquí llegamos ante el núcleo del asunto tantas veces postergado: ¿entonces qué hacer, como reaccionar ante el Halloween? Mi respuesta es la misma que han venido repitiendo tantas personas cristianas y no cristianas, tantos intelectuales, pontífices y sabios respecto a la pérdida del sentido que atraviesa la Navidad en nuestros tiempos: ¡recuperemos el sentido cristiano de esta celebración! No es una respuesta nueva ni original, y como ven es en realidad una respuesta que tiene mucho de sentido común. Si existe una celebración que en su origen es buena, que durante mucho tiempo se celebró de forma buena y sobre la que todavía se puede concebir una perspectiva buena; ¡por qué no hacerla buena!

En realidad lo que tenemos que hacer como creyentes del siglo XXI, es como dice un santo obispo chileno, evangelizar la cultura. Lo que Jesús nos pide hoy no es acabar con la cultura contemporánea, sino justamente transformarla, Cristianizarla. Más aún el Halloween no es una fiesta que existe "a pesar" del espíritu cristiano, sino que por ser tan popular, tan difundida, tan especialmente disfrutada por los jóvenes y los niños, es en realidad una oportunidad como pocas otras para comunicar el espíritu cristiano a más personas. Ese es el optimismo verdaderamente cristiano y humano.

El hecho de que existan manifestaciones de esta celebración que no sean enteramente acordes con nuestra fe, o incluso contrarias, no debe desanimarnos. Si no, que hubiera sido de la cultura cristiana si hubiera desechado toda la doctrina de ciertas personas y sociedades porque dentro de ellas había muchos errores. Así, la teología católica no se hubiera hecho con los aciertos de los filósofos griegos paganos, de tal genialidad como Platón o como Aristóteles, o los evangelizadores hispanos no hubieran tomado en cuenta la necesidad de los indígenas americanos de  figuras plásticas que representen su fe-fuente del enormemente bello arte de los países católicos de América Latina. Como dice la doctrina de nuestra Iglesia, el cristianismo, a diferencia de otras religiones, y justamente por ser más verdadera, más divina y más humana, puede inculturizarse en los pueblos sin destruir lo bueno que existe en ellos. De forma magistral se resume esto en la frase de San Justino dicha en el siglo II de nuestra Era: "todo lo bueno que existe nos pertenece". Así pues, debemos tomar lo bueno de estas celebraciones, para que se pueda llevar a cabo lo que decía otro pensador cristiano de la época: que "somos de ayer y lo llenamos todo", incluso el Halloween.

Una vez dicho esto parece que la postura que podemos tomar-si nos da la gana y somos lo suficientemente optimistas-es coger el Halloween y hacer de él una herramienta única para evangelizar y culturizar. Podemos transformarlo, y debemos ser los suficientemente audaces como para hacerlo. Desde dentro lo podemos cambiar en una fiesta que refleje humanamente nuestro amor a Dios y en especial a la santidad suya, y de tantos hombres que festejamos el día de Todos los Santos. De esta forma aplaudiremos que tantos niños lo festejen, que cada día más personas alrededor del mundo lo conozcan y que tenga tanta popularidad hoy en día; porque así, si sabemos meter la levadura cristiana dentro de esta fiesta, podrá pasar a ser una fiesta de dimensiones globales de celebración de Dios. No es un sueño pequeño y por tanto bien podemos poner nuestro esfuerzo en él.

Aquí no quiero poner ejemplos concretos de cómo hacerlo, porque creo que no es el propósito de este artículo, pero como pastilla puedo mencionar la catequesis en esta noche sobre la santidad, los disfraces de santos, o algo tan sencillo como distribuir juntamente con los chupetes y los chocolates estampitas de santos-todo esto pequeñas acciones-pero que no quitan lo más importante, que es transformar la mentalidad de esta fiesta, conservando lo que tiene de feliz y buena y haciéndola algo mucho mejor. Aquí volvemos a lo que dijimos en un principio, que esta fiesta comenzó desde la tradición de Todos los Santos y que al final debe volver a ella; pero ahora quiero añadir que ese volver no debe ser solo como un volver al origen, sino que en sí debe ser el comienzo de algo mucho mejor-nuevo, antes no visto-y de lo que en pocos o muchos años se podrá decir que es una de las mayores fiestas cristianas del mundo-y por qué no: ¡una de las más extrañas!.


            
  


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